Publicado: 17 de Julio de 2024

Con la llegada del verano y el aumento de las temperaturas existe el riesgo de sufrir un golpe de calor si no se tienen en cuenta las medidas adecuadas y se detectan a tiempo los síntomas más comunes.


Los signos más evidentes de que estamos ante un golpe de calor son:


Tener una temperatura corporal elevada (por encima de los 40°C)


Piel caliente y seca


Confusión


Agitación


Mareos


Náuseas


Dolor de cabeza


Respiración rápida y superficial


Pulso acelerado


En casos graves, pérdida de consciencia.

Es importante saber que el riesgo de sufrir un golpe de calor aumenta con “actividades físicas intensas al aire libre, trabajar bajo el sol, practicar deportes y permanecer en lugares sin ventilación adecuada”, explica el catedrático de Ciencias del Deporte de la Universidad Europea, Vicente Javier Clemente, quien recuerda que los grupos más vulnerables son “los ancianos, los niños pequeños y las personas con enfermedades crónicas, como enfermedades cardíacas o respiratorias”


Qué se puede comer

A estos grupos y actividades de riesgo, se suman otros factores como “la deshidratación y el uso de ropa inadecuada” que incrementan el peligro de que el calor extremo le juegue una mala pasada a nuestra salud durante el verano. Por ello, Clemente recomienda “mantenerse hidratado, evitar la exposición prolongada al sol, utilizar ropa ligera y de colores claros, buscar sombra o lugares frescos, evitar actividades físicas intensas durante las horas más calurosas del día y usar protector solar”.


“Una persona promedio debería consumir al menos de 2 a 3 litros de agua al día, pero esta cantidad puede aumentar dependiendo de la actividad física y la temperatura ambiente. Beber agua regularmente, incluso si no se siente sed, es importante”, apostilla.


Pero si no nos apetece beber agua hay alimentos que, por sí solos, nos ayudan a hidratarnos y que pueden ayudarnos a prevenir golpes de calor y deshidratación. Como recomienda el experto: el pepino, la naranja o la sandía son grandes aliados en la prevención de los golpes de calor por sus propiedades nutritivas y porque tienen mucho contenido en agua.


De hecho, como apunta Boticaria García, doctora en Farmacia, “200 gramos de sandía equivalen a un vaso de agua”.


Otra forma de prevención a través de la alimentación es evitar el consumo de bebidas alcohólicas, con cafeína o azucaradas durante las horas más calurosas del día ya que “promueven la deshidratación”.


Además, es importante “realizar comidas ligeras y frecuentes porque ayudan a mantener los niveles de energía y evitan la sobrecarga del sistema digestivo, lo cual es importante en climas calurosos. Comer en exceso puede elevar la temperatura corporal, por lo que es mejor optar por comidas pequeñas y frecuentes”.


Ropa y golpes de calor

En cuanto a la ropa, el experto de la Universidad Europea señala que “debe ser ligera, de colores claros y hecha de materiales transpirables como el algodón o las telas técnicas que permitan la evaporación del sudor. También es útil usar sombreros de ala ancha y gafas de sol para protegerse del sol directo”.


Qué hacer ante un golpe de calor

En caso de sufrir un golpe de calor, “es crucial actuar rápidamente: mover a la persona a un lugar fresco, quitarle el exceso de ropa, aplicar compresas frías o rociarla con agua, abanicarla, y darle pequeños sorbos de agua si está consciente. En el caso de agravarse, buscar atención médica urgente es vital”, informa Clemente.


Además, el experto insiste en que “es fundamental educar a la población sobre los riesgos y la prevención de los golpes de calor, especialmente en un contexto de cambio climático donde las temperaturas extremas son más comunes. La prevención y la actuación rápida son claves para evitar complicaciones graves y salvar vidas”.


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